síndrome burnout

El estrés es uno de los grandes males de la sociedad moderna. Y cuando ese estado de agotamiento mental, emocional y físico es extremo, se prolonga demasiado en el tiempo, y tiene como escenario el ámbito laboral, estamos ante un caso de ‘Síndrome de Burnout’ (quemado, fundido).

¿Cuáles son las principales causas de esta enfermedad? Por ejemplo, la falta de expectativas laborales: cuando uno no sabe qué esperan de él, o no tiene claro su grado de autoridad (o el de su supervisor). También influye la falta de control, la incapacidad de tener influencia en ciertas decisiones que afectan a su actividad laboral, como el horario, la carga de trabajo, etc. O tener un empleo que no se ajusta a los gustos, intereses y habilidades propias. Puede ser una fuente de estrés, lo mismo que la monotonía o el caos en el trabajo, que muchas veces requiere de un nivel de atención mayor de lo habitual, lo que contribuye a aumentar la fatiga. Y si además el trabajador no se siente apoyado por sus jefes o compañeros, el terreno está abonado para el ‘Síndrome de Burnout’.

Pero, ¿cómo detectar la aparición de esta enfermedad? Hay una serie de indicadores que deben hacer saltar las primeras alarmas.

Cuando uno se vuelve excesivamente crítico en el trabajo, y hace del cinismo su actitud vital. Cuando uno se derrumba nada más pisar la oficina, y no encuentra el modo de arrancar en el trabajo. Cuando uno pierde la paciencia con sus compañeros o clientes. Cuando uno no encuentra satisfacción alguna en sus logros laborales. Cuando recurre a alcohol, drogas u otro tipo de estupefacientes para evadirse de su insoportable realidad laboral…

Los efectos negativos se trasladan, además, al resto de los ámbitos de la vida. Puede acabar afectando a las relaciones sociales, a las amorosas… Y producir cambios a largo plazo en el organismo, que se torna más vulnerable a ciertas enfermedades al disminuir el nivel de defensas.

Los síntomas físicos más frecuentes son la sensación de cansancio durante la mayor parte del tiempo, la ya citada disminución de las defensas, los frecuentes dolores de cabeza, espalda o musculares, cambios en el sueño o el apetito, et.

¿Cómo afrontar esta situación?

Pues combinando actividad social y física. El contacto con otras personas es un eficaz antídoto contra el estrés: hablar con alguien cara a cara, abrir los sentimientos a esa persona…. Intentar ser más sociable con los compañeros de trabajo. Y si uno no ‘mezcla’ bien con ellos, ni encuentra a nadie a quien recurrir, es recomendable ampliar la ‘agenda’ de amigos, ampliar la red social.

Hay que intentar dotar de valor a las acciones de uno: centrarse en los aspectos del trabajo que más le agraden. Aunque sólo sea una charla con compañeros de trabajo. Tomarse un tiempo libre, desconectar en la medida de lo posible del ambiente laboral también ayuda sobremanera.

El ejercicio físico, al menos durante media hora al día, y centrando la mente en su práctica, resulta altamente recomendable. Y si a ello le sumamos una dieta saludable, desterrando la nicotina y moderando el consumo de alcohol, construiremos la base de la victoria sobre el Burnout.

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