“Una terapia peligrosa”

Así se llama la película en la que Robert de Niro, un importante mafioso de Nueva York que sufre una aguda crisis de ansiedad.

Acude a Billy Crystal, un psiquiatra divorciado que se ve envuelto en un proceso terapéutico… único en su especie.

La tumultuosa terapia sigue su curso a lo largo de toda la película, con sus subidas y bajadas y momentos de tensión y violencia.

Sin hacer mucho spoiler: al final, como todos, el gran capo de la mafia sólo necesitaba alguien con quien hablar y de esta manera poder contarse a sí mismo lo que estaba silenciado.

Alguien en quien confiar para que iluminara los rincones oscuros del desván, donde guardamos cajas y cajas con emociones y experiencias sin procesar.

La psicoterapia es un proceso de acompañamiento,

De cambio, de descubrimiento personal que realizamos a través de la relación con otra persona; cuando decidimos hacer psicoterapia elegimos a un profesional para que nos guíe en el encuentro con nosotros mismos, y con la propia realidad.

Así es como logramos nombrar y hacernos cargo de ámbitos de la propia experiencia de la que no somos conscientes o que nos resistimos a aceptar.

¿Cómo se estructura?

Las primeras sesiones son de conocimiento mutuo y permiten organizar el trabajo posterior. A partir de ahí el tratamiento se organizará en base al análisis del problema y tomando en consideración las necesidades, los ritmos, y las circunstancias de cada persona.

La vida, como la psicoterapia, nunca es indolora.

A lo largo de las sesiones se abordan experiencias, aspectos de personalidad, recuerdos, realidades presentes, maneras de actuación… se abren con cuidado, poco a poco, pero en canal. Y en no pocas ocasiones resulta incómodo, difícil, doloroso. Son, precisamente, los núcleos de lo que ha motivado que la persona pida ayuda en un primer lugar, y sobre ellos se trabaja.

Pero también es un proceso de creación que estimula la generación de nuevos caminos y nuevas esperanzas.

¿Cómo?

Principalmente con el uso de la palabra, poniendo voz y escuchando lo que está silenciado y así crear un nuevo orden interior. Pensando sobre lo que sentimos y sintiendo lo que pensamos. En un espacio de confianza y empatía, donde todo pensamiento y emoción está permitido, donde se encuentran nuevos sentidos a las experiencias, se hilan nuevas narrativas, se exploran nuevas formas de afrontamiento.

¿Ésto… es para mí?

Puede realizar un proceso de psicoterapia cualquier persona que considere que el estado emocional o los acontecimientos por los que está atravesando en su vida le están sobrepasando, y que necesita ayuda para poder afrontarlos. Los elementos que se requieren para este proceso son sobre todo el deseo de cambio y una actitud básica de curiosidad hacia uno mismo.

Nada más, tampoco nada menos

La psicoterapia es aquella que acompaña,

la herramienta que nos ayuda a adquirir mayor conciencia, mayor capacidad de autorregulación. Nos permite ser más libres cuando tomamos decisiones, nos hace más coherentes con nuestros valores y principios y más consistentes en el manejo de las propias contradicciones.

Afortunadamente, hay cada vez menos estigma: el proceso terapéutico es una experiencia de la que podemos beneficiarnos todos.

El primer paso, y el más valiente, es pedir ayuda.