Hoy en día, la práctica regular del mindfulness se hace verdaderamente necesaria si quieres manejar de forma adecuada la ansiedad y el estrés. Sin embargo, es habitual encontrarnos con los pretextos más variopintos para evitar esta técnica de meditación. Has de ser consciente de que puede aportarte importantes beneficios, pero antes has de superar algunas barreras.

¿Cuál es tu excusa para evitar la meditación y el mindfulness?

Los impedimentos aparecen de manera muy intensa al principio, especialmente si no cuentas con la ayuda de una guía experimentada. Además, estos obstáculos son esperables y normales. Veamos con más detalle qué tipo de excusas nos ponemos a la hora de practicar mindfulness.

La atención consciente te aburre

Así es. De primeras, puedes pensar que es una actividad muy monótona. Si bien es cierto que no tiene ese componente de euforia como el puenting o el running, sus beneficios bien valen la pena. No todo en la vida se arregla sudando.

Falta de tiempo

Estamos ante la típica evasiva. Piensas que no dispones de tiempo, que no sabes cómo encontrar el momento idóneo a lo largo del día… Al final, terminas anteponiendo cualquier tarea a la atención consciente. Basta con establecer una rutina y buscar ese momento del día en el que puedas estar solo. Bien es cierto, que a veces tocará madrugar o trasnochar para encontrar tu momento.

Te crea ansiedad y estrés

Si necesitas estar en constante movimiento y te cuesta estar en relax durante algunos minutos seguidos, es normal que sientas cierto temor ante una actividad en la que tienes que permanecer en absoluto reposo.

No te va la práctica en solitario

Probablemente eres de las personas que prefieren estar con otros y las actividades en equipo. En ese caso, la sensación de estar solo te causará malestar y llegarás a la conclusión de que la meditación no es para ti. Si eres de los que te cuesta estar solo contigo mismo, siempre puedes empezar por clases grupales y perder así el miedo.

Te da pereza

Ya lo has probado alguna vez y acabas sintiendo pesadez y somnolencia. Por eso no le encuentras sentido a seguir intentándolo. En esta vida, debemos ser perseverantes y en ocasiones, basta con dar una segunda oportunidad. Empieza por aprender a meditar de la mano de un experto.

Sí te identificas con alguna de estas excusas, ¿por qué no intentar superarlas y beneficiarte de una práctica diaria de mindfulness?

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