
El intento eterno de engañar al tiempo
Desde que existe la vida, existe el deseo de engañar. Primeramente, a la muerte, a la temporalidad, a las estaciones que se nos imponen.
Trabajamos incansablemente para intentar conservarlo todo: desde alimentos hasta seres humanos.
“Fuera de temporada” es una frase que nos incomoda, porque significa que no hemos conseguido burlar el mandato de las estaciones.
La idea es trampear, engañar a la vida, hasta el punto en que nos engañamos a nosotros mismos.
La paradoja de la autoestima moderna
Existen veinticinco mil productos de tratamiento facial; lo que en inglés se conoce como tu skincare routine.
Vivimos en días extraños, en los que la autoestima parece ser la nueva divinidad a la que hay que rezar.
Los anuncios de champús y tintes de pelo dicen “tú lo vales”, los podcasts de autoayuda te cuentan que “eres perfecto tal y como eres”, y las canciones te susurran al oído que “tú me gustas exactamente como eres”.
Pero a la vez, por favor, por dios y por todo lo que amas, cómprate esta crema, porque el tiempo pasa y nos salen arrugas, y esa tragedia es difícilmente digerible.
Quiérete a ti mismo, tal y como eres, pero estas pastillas hacen que adelgaces más rápido.
¿Nos estamos mintiendo a nosotros mismos?
¿No será que de tanto querer engañar al tiempo y a la muerte, nos hemos confundido y nos estamos mintiendo a nosotros mismos?
Quererte a ti mismo es fantástico, es un proceso largo, de introspección, de aceptación, de autoconocimiento. ¿Quién soy, por qué estoy aquí, por qué soy así?
Quererte a ti mismo no implica la compra de ningún producto, ni la obsesión, ni la compulsividad.
Respetarse en lugar de consumir
Implica, desde el principio, reconocer que tienes un valor, unos deseos y un derecho a vivir en paz, poniendo límites a lo que te daña, entendiendo tu sufrimiento y actuando acorde para separarte de él.
Esto no es autoestima ni autoayuda, ni el concepto de amarse a uno mismo que con frecuencia barajamos hoy, en el que uno se merece comer comida basura porque es más barata, porque está exhausto después del trabajo.
Quizá mejor empezar por respetarse a uno mismo, y desde ahí reconocer aquello que nos daña, lo que nos gusta y nos merecemos, lo que nos vuelve locos, lo que nos hace adictos.
Poner límites como acto de amor propio
Desde ahí ponemos barreras, desde ahí encontramos caminos mejores, desde ahí sabemos lo que valemos.
Decirle que no a un amigo, a una pareja o a un impulso es de las cosas más condenadamente difíciles que podemos hacer, y decirse no a uno mismo puede serlo aún más.
La clave: conocerse, respetarse y quererse
Conocerse, respetarse y quererse, despacio y con buena letra, puede que sea la mejor manera de distinguir:
¿Cuándo sí, cuándo no?
¡Comparte!
Maldita sea, quedan un par de personas y luego te toca a ti. Estáis todos sentados en círculo,
El arte de no hacer nada Quietamente sentado, sin hacer nada, Llega la primavera Y crece la hierba
El martillo y el vecino Quieres colgar un cuadro, pero necesitas un martillo. Te acuerdas de que tu
Durante la Segunda Guerra Mundial, los aliados se planteaban exactamente eso. La Luftwaffe demostraba en cada combate aéreo