Entre los dos y tres años y hasta los siete u ocho años, surgen los amigos imaginarios en la infancia. Si ves que tu hijo habla solo con una persona a la que no ves, en principio, no debes preocuparte. Aunque puede parecer un fenómeno poco común, diversos estudios afirman que en torno al 50-65% de los niños tienen amigos imaginarios.

En esta etapa preescolar, los niños empiezan a socializar, a interactuar con el mundo que les rodea. La diferencia entre real e imaginario es una cuestión secundaria en su vida. No tiene límites claros como sí lo tiene en el mundo adulto.

La función de los amigos imaginarios

Los amigos imaginarios cumplen una serie de funciones en el desarrollo de los más pequeños de la casa.

  • Ayuda a recrear una situación donde se controla lo que sucede: les ayuda a comprender situaciones del mundo adulto que no saben cómo afrontar. Son un amigo con el que afrontar estos nuevos retos, frustraciones o situaciones incómodas. El niño trabaja en una situación controlada donde domina todos los diálogos.
  • Una ayuda frente a la soledad. Se sienten acompañados y aprender a estar sin la presencia de un adulto. Aunque no existen estudios que lo demuestren, los amigos imaginarios son más comunes en hijos únicos o niños que viven en un entorno de adultos.
  • Aumenta la autonomía: es capaz de realizar actividades solo que antes no hacía porque siente el respaldo de su amigo imaginario.
  • Favorece el paso de la etapa del bebé al niño autónomo: ayuda al niño a transitar entre el camino de la dependencia total de sus primeros años de vida hacia su independencia. Es un soporte para dar ese cambio en su vida. A menudo, objetos como el peluche para dormir pueden hacer esta función de ayuda al tránsito.
  • Fomenta la creatividad: Un estudio de Marjorie Taylor de la Universidad de Oregón comprobó que los niños que había tenido amigos imaginarios eran niños más creativos. Tal y como reconocía Taylor en su estudio, “tiene sentido porque tener un amigo imaginario es un acto muy creativo. Implica mucha imaginación.”

¿Cómo deben reaccionar los padres?

Muchos padres se muestran preocupados al ver a su hijo mantener una conversación con un ser imaginario. Sin embargo, antes estas situaciones, debemos actuar con normalidad. El amigo imaginario no es un enemigo al que vencer. Tal cual ha aparecido, desaparecerá.

De hecho, se recomienda tratarlo con naturalidad. Hablar con nuestro hijo de este tema, nos hace crear un vínculo con él. Además, este amigo puede darnos pistas sobre las preocupaciones de nuestro hijo, sus frustraciones o situaciones que le cuestan entender.

¿Cuándo debemos poner freno a los amigos imaginarios?

Cuando el niño utiliza este recurso para no centrarse en la vida real, debemos hacerle ver la importancia de afrontar sus actos por sí mismo. Es decir, cuando el niño culpa al amigo imaginario de sus malas conductas, hay que hacerle ver que él es el responsable de sus actos.

Si vemos que nuestro hijo prefiere jugar con su amigo imaginario que con niños reales, es importante que le hagamos ver que ese amigo es sólo para cuando está solo.  Durante la infancia el juego entre niños es un punto clave en su desarrollo. Los niños aprender a compartir, a cooperar, a ceder y a cambiar de roles mientas juegan.

Si además esta conducta se ve acompañada de otras situaciones agresivas es cuando deberemos preocuparnos y acudir a un especialista.

En definitiva, nuestra recomendación es actuar con naturalidad ante los amigos imaginarios. Ni rechazarlo, ni ignorarlo, ni fomentarlo.

¡Comparte!

Relacionados